Ignacio Avellanosa, director desde hace 20 años de la unidad de Psiquiatría infantil en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, acaba de aportar su grano de arena en esta dura batalla. Ha sacado al mercado una nueva guía ('En clase me pegan', de la editorial Edaf) para que padres y educadores sepan cómo detectar el "bullying" y qué pueden hacer por sus víctimas.
"No creo que se produzcan muchos más casos que antes pero sí hay una mayor sensibilidad social por el tema y más divulgación de estas situaciones. Lo que ha cambiado, por ejemplo, es la forma de hostigamiento. Ahora existe el llamado ciberacoso que hace referencia a los insultos, amenazas y persecuciones que se realizan por teléfono móvil o través del correo electrónico", aclara.
De hecho, el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar ha detectado en los últimos años un aumento preocupante de este tipo de hostigamiento, hecho alarmante si se valora que se trata de una forma de violencia mucho más "opaca", difícil de descubrir por parte de tutores o padres.
Teodoro Hernández, de la Universidad de Granada y uno de los especialistas españoles que más ha investigado sobre 'bullying' en nuestro país, defiende que "la pérdida de autoridad del profesorado y el hecho de que la estancia media obligatoria en las escuelas sea ahora hasta los 16 años (tras la aprobación de la LOGSE) pueden estar detrás de la mayor violencia en las aulas".
Tanto este especialista como el doctor Avellanosa están de acuerdo en que, además, está cambiando el perfil de los agresores. "Toda la vida ha existido el típico matón, pero no había una matona". Ahora ellas también acosan, aunque de forma distinta que los chicos: pegan menos y su hostigamiento es más esporádico.
El psiquiatra madrileño, que cada año recibe 800 pacientes nuevos en su unidad "de los que entre un 8% y un 10% son por acoso escolar", defiende que parte de la 'culpa' de que algunos niños sean violentos y agresivos con otros reside en la rabia que llevan dentro y que aflora sin causa aparente. "Muchos de ellos son víctimas de violencia directa o indirecta o están pasando por una situación complicada, como el divorcio de sus padres o están deprimidos o se sienten abandonados y despliegan su odio contra aquéllos que creen que son más débiles", explica.
Por este motivo parte de la 'vacuna' contra este problema reside en el propio entorno familiar. "Los niños y niñas que crecen en un ambiente en el que la violencia, de cualquier tipo, no es cuestionada, sino que forma parte de la relación habitual, a su vez serán violentos con más frecuencia en la relación con sus compañeros. El antídoto, por tanto, está en la educación", apunta en su libro el psiquiatra madrileño.
En el otro lado de la moneda, las víctimas. "Suelen ser niños sobreprotegidos con pocos recursos para enfrentarse a las relaciones sociales. Desgraciadamente, en muchas ocasiones son menores que tienen alguna discapacidad", opina Avellanosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario